viernes, 2 de marzo de 2012

Migrantes en Chiapas 'la regularizacion juridica de los migrantes evitaria numerosos abusos"


Entrevista con el Padre Heyman Vazquez, responsable y fundador de la casa de migrantes "hogar de la misericordia" en Arriaga, Chiapas.

 
Arriaga, sur de México. Centenares de migrantes Centroamericanos esperan, cada día, el tren de mercancía que se dirige al norte del país. En este largo recorrido rumbo a los EEUU, sufren a menudo robos, secuestros y violaciones. Heyman Vazquez, cura y gerente de la Casa del migrante, les otorga alojamiento y ayuda, paliando la falta de infraestructuras de acogida y leyes de amparo.

Heyman Vazquez se estableció en Arriaga en el 2002, destinado a ejercer funciones de cura. Tropezó con una realidad inesperada: numerosos migrantes llegados a pie de Guatemala tocaban a las puertas de su iglesia, pidiendo techo y comida. Vazquez decidió entonces construir un albergue para acogerlos.


Pregunta : Su casa abrió en el 2004. ¿Cuáles son sus características?
Respuesta : Empezamos por comprar un cacho de tierra, levantamos un edificio y cada día ofrecemos ropa, cama, información, atención médica y ayuda moral a las personas migrantes que pasan por acá. Se trata de responder a una situación, de reducir los riesgos que encuentran en el camino. Muchos llegan caminando desde la frontera de Guatemala, intentando eludir los retenes de la policía migratoria. Cada uno de ellos se puede quedar hasta tres días en esta casa. Alojamos a unas cincuenta personas a diario. Hay 52 casas igualitas repartidas en México, la mayoría ubicadas en zonas fronterizas. Todas son apoyadas por la iglesia.


¿Quién llega más concretamente a su casa?
La gran mayoría son hondureños, pero también hay gente de Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Nos damos cuenta de que la migración aumenta año tras año. No sabemos cuántos de ellos logran alcanzar los EEUU, muchos se quedan en México por problemas varios encontrados en el camino o por falta de ofertas de trabajo en el norte de América. También tenemos a migrantes menores de edad, algunos andan solos. Se convierten en presas potenciales para los grupos de narcos. Una mañana, nos llegó un zipote hondureño de ocho años de edad, vivo e inteligente. Hicimos todo lo posible para regresarlo a su país de origen: los narcos buscan esa clase de víctimas para poder raptarlos, adiestrarlos y ponerlos a trabajar a su servicio. Los migrantes con más dinero se albergan en los hoteles de Arriaga. Los coyotes también poseen sus casas de albergue.

Un tren de mercancía pasa por aquí tres veces a la semana, rumbo a Ixtepec. Es una etapa del recorrido hacia los EEUU. Es impresionante ver cuantos migrantes se amontonan esperando este tren, a veces durante varios días, sentados en los rieles, bajo el sol y la lluvia. El viaje les resulta bien pesado, a veces hay accidentes por caídas del tren que necesitan amputaciones. También son víctimas de extorsiones.

Existen leyes de protección a los migrantes en México. ¿Son eficaces?
Han permitido una toma de conciencia que va avanzando poco a poco. Chiapas ha sido, durante un largo periodo, el Estado más peligroso de México respecto a los migrantes: los robos eran frecuentes, las violaciones a las mujeres, había una gran cantidad de personas lastimadas. La policía, lejos de protegerlos, también actuaba violentamente contra ellos. Recibían muy escasa atención médica y efectuar cualquier trámite judicial les resultaba imposible. Se puede decir que la sociedad entera maltrataba a los migrantes. Las leyes de protección no han acabado con todos estos problemas, pero por lo menos han logrado visibilizar un fenómeno silenciado durante demasiado tiempo. Desafortunadamente, los cuerpos de las autoridades no cumplen siempre con lo que les estipula la ley, pero actualmente, en el papel, el migrante se ha convertido en una persona con derechos en materia de seguridad y salud, habilitado para efectuar recursos jurídicos.


¿Los riesgos han cambiado de lugar? Con frecuencia nos llegan noticias inquietantes del norte de México.
En los Estados colindantes con la frontera de los EEUU, la colusión entre las autoridades y el crimen organizado existe por causas de corrupción. Los migrantes son presa fácil, cada secuestro equivale a un ingreso de entre 2 y 4 mil dólares. En Coahuila, por ejemplo, sicarios de los Zetas suelen apostarse en los alrededores de la Casa del migrante, esperando su salida. Todo el mundo sabe lo que pasa pero nadie hace nada. Los secuestros se organizan casi de modo empresarial, hay una red formada por hombres de poder infiltrados por el narco. En teoría, la policía debería estar vigilando los alrededores de la casa para que no se produzcan este tipo de actos.


Regaláis un mapa de riesgos a cada migrante que pasa por su casa. ¿Qué contiene?
Es un guía que ubica los riesgos naturales y humanos que hay en el recorrido. Se indican los lugares peligrosos y conflictivos que hay en México, también la dirección de todas las casas de migrantes. Desde el año 1996, en la frontera con el Estado de Arizona, se han reportado 1200 fallecimientos, aunque sin duda, en realidad, haya más. Para llegar a la ciudad de Tucson, los migrantes tienen que efectuar una caminata de cuatro días por el desierto. Sufren hipotermia, deshidratación y ataques de animales. A esto hay que añadirle la presencia de sistemas electrónicos de detección, postas de la policía migratoria y grupos relacionados con el crimen organizado. El mapa de riesgos indica su posición geográfica y añade recomendaciones y precauciones a tomar para este tipo de travesías.

Ha visto usted pasar a miles de migrantes por su casa. ¿Qué le evoca este fenómeno?
Es un desplazamiento forzado, nunca se hace por elección, más bien por causas de pobreza, por situaciones sociales y políticas inestables. En muchos países de Centroamérica, no existen posibilidades de vivir en dignidad. La fuente de ingresos principal de muchas familias son las remesas, eso crea una dependencia muy alta con los EEUU. Aunque esto beneficie a la economía, muchos migrantes están indocumentados y padecen problemas con las autoridades. Al no tener visa o tenerlo caducado, trabajando sin inspección sanitaria, se convierten en delincuentes ante la ley, padeciendo cárcel o deportación.

¿Qué se puede hacer para que su situación mejore?
Regularización jurídica y legal. A los Centroamericanos se les pide una visa para entrar en México. La mayoría no están en condiciones de obtener ese papel y eso les obliga a cruzar el país sin documentos, escondidos e indefensos. Otorgándoles una visa, muchos abusos desaparecerían.


Hartzea Lopez Arana

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