lunes, 16 de octubre de 2017

Miles de personas llegaron hacia la Selva Lacandona para escuchar a Marichuy

Concejo Indígena de Gobierno llega a Guadalupe Tepeyac.
(Reportaje de Radio Zapatista)
The Indigenous Governing Council and its spokewoman Marichuy Patricio González are hosted by the Zapatista rebels at the Zapatista stronghold of Guadalupe Tepeyac in the southern state of Chiapas, October 14, 2017. Marichuy Patricio is the candidate for Presidency of Mexico and supported by the National Indigenous Congress (CNI). Photo by Heriberto Rodriguez

“Es la hora de unir nuestros dolores”, dijo Marichuy, vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), en el primer encuentro del CIG en territorio zapatista. Y eso resuena en los corazones de las y los zapatistas de esta comunidad de Guadalupe Tepeyac, caracol de La Realidad. En 1995, el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo traicionó el cese al fuego y mandó al ejército a perseguir al EZLN. La comunidad entera tuvo que huir. Mujeres, hombres, niños y ancianos sobreviviendo en el monte, comiendo lo que pudieran encontrar. Cuatro años estuvieron afuera, hasta que en 1999 pudieron regresar.


Qué sienten, qué piensan, esos niños y niñas que en aquél entonces, caminando o en brazos de sus madres, llorando por el hambre y el miedo, con los helicópteros sobrevolando el territorio, emprendieron ese exilio para preservar sus vidas, amenazadas por la osadía de organizarse y luchar por las vidas de todos y todas. Qué sienten, qué piensan esos jóvenes, estando aquí, ahora, después de más de dos décadas de un largo caminar, recibiendo al Concejo Indígena de Gobierno, testigos y protagonistas de este fruto de su lucha, de su dolor, de su rebeldía.

La alegría, el fervor con que el CIG y los y las delegadas del CNI fueron recibidos dice mucho de ese sentir y ese pensar. Rodeados por las montañas de estas cañadas del sureste mexicano, en el verdor de esta naturaleza tan amenazada y tan perseverantemente defendida, este inicio de la gira del CIG por territorio zapatista es fiesta, es celebración. Celebración no de la conclusión de un camino, sino de un nuevo paso en este resistir que cuesta sangre: vida defendida con vidas, con dolor, con mucha rabia.

Varios miles de personas llegaron hasta este rincón de la Selva Lacandona desde muchas geografías del país. En el encuentro, la comandanta Everinda, hablando en nombre de la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hizo un análisis detallado de la situación que se vive en el país. Para los pueblos indígenas y campesinos, la privatización de tierras, la destrucción de la naturaleza, el pisoteo de las culturas. “La situación hoy es más grave que hace 23 años”, dijo, y demostró con datos. Y lo demostraron también la concejala del pueblo Mayo de Sonora, que habló del despojo que sufren los pueblos Yoreme, Yaqui y Mayo, y la concejala binnizá del Istmo de Tehuantepec, que habló de la voracidad del gobierno, que se aprovecha del dolor de la catástrofe provocada por el terremoto para privatizar, dividir y militarizar. Y todo eso hace pensar en el discurso oficial que intenta desprestigiar al zapatismo. Qué han logrado los zapatistas todos estos años, se preguntan los “analistas”. Están igual o peor que antes. Sí, el país está mucho peor que hace 23 años, porque el despojo, la violencia, la represión, la voracidad del capital que intenta acaparar las tierras y los recursos de los pueblos aumentan. Porque debido a esa incursión del capital, los productos de los pueblos cada vez cuestan menos, y lo que compran, cuesta más. Porque el crimen organizado se ha vuelo el brazo armado de un gobierno que, para beneficio del capital, mata, secuestra, encarcela, desaparece. Que lo digan los padres y madres de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y los familiares de los miles de desaparecidos por todo el país.

En medio de eso, las y los zapatistas han construido sus sistemas de salud, educación, justicia, gobierno autónomos. Han forjado nuevas formas de producción colectiva. Han revolucionado la situación de las mujeres, históricamente las más pisoteadas, las que con más dolor han sufrido los atropellos de este sistema. Y han logrado entender, mejor que nadie, que la justicia y la venganza no son lo mismo.

“Los que mataron a Galeano”, dijeron los familiares del maestro asesinado en 2014, “son los mismos que desaparecieron a los 43 de Ayotzinapa”. El dolor y la rabia de la familia y de todos los zapatistas ante el asesinato y ante las continuas provocaciones de sus asesinos que siguen hostigándolos y amenazándolos, no se puede expresar en palabras. Pero no es dolor mudo ni rabia impotente. “Nuestra rabia y nuestro dolor hay que organizarlos con otras rabias y otros dolores en el mundo”, dijeron.

De eso se trata esto. De organizar los dolores. “Es la hora de unir nuestros dolores.” Por primera vez en la historia, existe un órgano de gobierno autónomo a nivel nacional, regido por los mismos principios de gobierno que las Juntas de Buen Gobierno zapatistas, que son los mismos principios que rigen al Congreso Nacional Indígena. “Para gobernar un pueblo, primero hay que aprender a obedecer para saber mandar.”

Esta iniciativa es una tentativa de unir los dolores en el país, no sólo de los pueblos indígenas y campesinos, sino también los muchos dolores de las ciudades. Precarización laboral, bajos sueldos, desempleo, explotación, violencia, represión. El análisis de la Comandancia General es contundente.

La iniciativa del Concejo Indígena de Gobierno es para todos y todas, es el impulso de un levantamiento pacífico nacional. Es utilizar la plataforma de la coyuntura electoral para compartir la palabra e invitarnos a participar en la construcción de otro país. Compartir la palabra porque “el silencio es cómplice del crimen”, como bien dijo la Comandanta Everinda.

Después de la palabra, un pequeño pero emotivo acto de música y danza, a cargo de las compañeras Alejandra y Nayeli, coordinadoras de arte y cultura.

El calor de la selva se reblandece al caer de la tarde, y en la relativa calma que parece ahora reinar, queda la impresión de que algo grande acaba de suceder. ¿Hasta dónde puede esto llegar? La respuesta no está aquí. La respuesta nos corresponde a todas y todos. En la encrucijada de la historia, la respuesta tiene que ver con otra pregunta, reiterada por los zapatistas una y otra vez en los muchos encuentros recientes: ¿Y ustedes, qué?

Escucha los audios del encuentro:

http://radiozapatista.org/?p=23254

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